A finales del siglo XIX el Modernismo se comenzó a extender como movimiento artístico por toda la geografía nacional aunque como corriente arquitectónica no se introduciría en Extremadura hasta fechas más tardías.
Las portadas y balcones cerrados son detalles muy cuidados por el arquitecto, para los que se utilizan materiales como el yeso y la forja. Los motivos decorativos predominantes son florales, formas curvas y figuras femeninas. La parte superior de estas casas se remata en algunos casos con balaustrada y otros con terrazas cubiertas sobresaliendo en sus tejados claraboyas y airosas chimeneas.
Los promotores de estas obras fueron la burguesía local, edificando en zonas de nuevas expansión.
Los ejemplos más destacados de este estilo son las casas nº 35, 45, y 46 de la calle Cuatro Calles y los números 8 y 9 de la calle Llanada.
El inmueble nº 46 fue edificado sobre el solar que en 1850 la cartografía de Coello identificaba con la ermita de San Francisco Javier.